3 de cada 4 habitantes de grandes ciudades sufre algún grado de hipoacusia
El 75 por ciento de las personas que viven en grandes ciudades, sobre todo en aquellas industrializadas, padecen algún grado de pérdida auditiva o hipoacusia debido a la exposición de ruidos, así lo indican datos de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).
Las principales fuentes de contaminación acústica en las ciudades son: el tráfico urbano y aéreo, la maquinaria pesada, los dispositivos móviles, el ruido de los centros comerciales y discotecas, salas de conciertos. Éstos inciden de forma directa en la salud auditiva de los ciudadanos, que conviven con los ruidos y, «cuanto más tiempo pasen expuestos a ellos, corren más riesgo de padecer pérdidas de audición o hipoacusia«, así lo indica la doctora Mª José Lavilla, presidenta de la Comisión de Audiología de la SEORL-CCC.
La exposición continuada a la contaminación acústica puede provocar también acúfenos, “pitidos o zumbidos sin origen aparente”, afirma la doctora Lavilla. Pero también pueden aparecer otros síntomas como el vértigo, hiperacusia y algiacusia (mayor sensibilidad a los sonidos ambientales que pueden llegar a ser molestos e insoportables), fatiga auditiva, disminución de la discriminación auditiva, cefalea, insomnio, irritabilidad y disminución de la atención y memoria. Las personas con más riesgo de sufrir este tipo de trastornos son los adolescentes, y los empleados de ciertos entornos laborales. Un estudio estadounidense publicado en enero en la revista American Journal of Industrial Medicine confirma que la prevalencia de dificultades para oír y de acúfenos (también llamados tinnitus) es mayor en los trabajadores expuestos al ruido. “Para ellos es recomendable el uso de protectores”, expresa la doctora Lavilla.
El 5% de la población mundial padece pérdida auditiva
La pérdida auditiva es una enfermedad que afecta a un cinco por ciento de la población mundial, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta patología -en auge en los países industrializados- podría originar una generación de personas con déficit en su capacidad de escucha o hipoacusia, lo que a largo plazo será un grave problema de salud pública.