¿La pérdida de audición puede ser hereditaria?
La hipoacusia o pérdida auditiva sí puede ser hereditaria. Existe un tipo de pérdida de audición hereditaria provocada por una alteración genética. Ésta puede ser parcial o total, así como unilateral o bilateral, y puede aparecer desde el momento del nacimiento o irse desarrollando de forma progresiva con la edad.
Se estima que los factores genéticos provocan aproximadamente el 33% de los casos de hipoacusia en bebés y niños.
En estos casos de hipoacusia hereditaria, la alteración de determinados genes causa daños en el oído interno, en la cóclea, o en los conductos de los nervios entre el oído interno y el cerebro. También puede ocurrir que, aunque los niños no padezcan de ningún trastorno auditivo, si tengan una mayor predisposición genética a sufrirlo en el futuro. Sus genes los hacen más vulnerables a pérdidas de audición por envejecimiento, ruido, fármacos ototóxicos o infecciones.
La transmisión genética de la hipoacusia no implica que los padres tengan que sufrir ningún problema auditivo. De hecho, la mayoría de los niños con pérdida de audición nacen de padres oyentes. Basta con que los progenitores sean portadores de los genes. El diagnóstico de este trastorno se lleva a cabo durante las revisiones audiológicas anuales que se realiza a los niños. En el caso de tener la sospecha de una posible pérdida de audición, el otorrino debe analizar con precisión los antecedentes familiares y personales, realizar una detallada exploración física y, cuando sea necesario, solicitar pruebas diagnósticas complementarias. El objetivo final es destapar el problema cuanto antes y recomendar las soluciones más adecuadas para el correcto desarrollo de los niños, como puede ser el uso de audífonos.
Hipoacusia y enfermedades hereditarias
Además de la pérdida de audición hereditaria, existen ciertas patologías congénitas que dañan el sistema auditivo y aumentan el riesgo de hipoacusia. Entre ellas se encuentran:
Otosclerosis y pérdida auditiva
Enfermedad que provoca el crecimiento anormal del estribo, huesecillo localizado en la caja del tímpano, dentro del oído medio. Este fallo en su crecimiento le impide vibrar de forma adecuada ante el sonido, por lo que transmisión de ondas sonoras hasta el oído interno no se realiza de forma completa y la percepción de los sonidos se ve reducida. En la mayoría de los casos, según el diagnóstico realizado por el especialista, se puede realizar una intervención quirúrgica para corregirlo. Si no fuera posible, la solución más efectiva es el uso de audífonos para evitar que esta pérdida de audición afecte a la calidad de vida de niños y adultos.
Síndrome de Pendred e hipoacusia
Causa una pérdida de audición neurosensorial que se puede manifestar entre el nacimiento y los tres años de edad. Suele afectar por igual a los dos oídos y, en los casos más graves, puede conducir a la sordera. Por el contrario, algunas personas recuperan algo de audición de forma repentina. A pesar de ello, todos los pacientes deben realizar un seguimiento detallado de su enfermedad y de su capacidad auditiva.
Síndrome de Usher y déficit auditivo
Enfermedad congénita poco común que afecta tanto a la audición como a la visión. Debido a sus características, puede alterar también el equilibrio de quienes la padecen. Afecta a un 4% de las personas con pérdida de audición hereditaria. Su detección temprana es clave para aplicar soluciones que mitiguen los efectos de los daños en dos sentidos tan esenciales en nuestro día a día.